La publicidad, con su despliegue de imágenes perfectas y estilos de vida ideales, juega un papel crucial en la forma en que las personas ven a sí mismas y al mundo que las rodea. En la era digital, estamos expuestos a una cantidad sin precedentes de anuncios cada día, muchos de los cuales promueven estándares de belleza y éxito inalcanzables para la mayoría. Este bombardeo constante puede tener un impacto significativo en nuestra autoimagen, afectando cómo nos valoramos y cómo creemos que los demás nos ven.
Desde la perspectiva de la psicología sistémica, se entiende que el individuo no está aislado, sino que es parte de varios sistemas, como la familia, los amigos y la sociedad en general. La publicidad, al influir en las normas y expectativas sociales, afecta indirectamente las relaciones y la dinámica dentro de estos sistemas. Por ejemplo, puede alterar la percepción que tienen los jóvenes sobre lo que es «normal» o deseable, lo que a su vez puede afectar su autoestima y sus interacciones con los demás.
Es importante fomentar un entorno mediático que promueva la diversidad y la inclusión, mostrando una gama más amplia de cuerpos, estilos de vida y valores. Esto puede ayudar a las personas, especialmente a los más jóvenes, a desarrollar una autoimagen más saludable y realista, reconociendo su valor más allá de los estándares impuestos por la publicidad.