Uno de los mitos más comunes y persistentes en nuestra sociedad es la idea de que necesitamos estar en una situación extrema o «muy mal» para considerar la opción de acudir al psicólogo. Este mito, lejos de ayudar, puede retrasar la búsqueda de apoyo y asesoramiento que podría mejorar significativamente nuestra calidad de vida.
La realidad es que la salud mental, al igual que la salud física, se beneficia enormemente de la prevención y el mantenimiento. No esperamos estar gravemente enfermos para visitar al médico; del mismo modo, no deberíamos esperar a estar en una crisis profunda para buscar apoyo psicológico. La psicología sistémica, por ejemplo, nos enseña que nuestras relaciones y entornos influyen en nuestro bienestar. Esta perspectiva nos anima a considerar cómo las dinámicas de nuestro entorno familiar, laboral y social afectan nuestra salud mental y viceversa.
Buscar ayuda psicológica puede ser una decisión valiosa en muchos momentos de la vida, ya sea para navegar por cambios importantes, mejorar nuestras relaciones, o simplemente para conocer mejor nuestras emociones y comportamientos. La idea de que solo se busca ayuda cuando se está «muy mal» ignora la riqueza de oportunidades para el crecimiento personal y el bienestar emocional que el apoyo psicológico puede ofrecer. En resumen, cuidar de nuestra salud mental es una forma de cuidado personal que todos merecemos, sin importar nuestra situación actual.
